Artículo escrito por Catherine Mendy Loyola.

M

uchas acciones se han realizado últimamente en Chile respecto a la Accesibilidad y el Diseño Universal. En materia legislativa, son considerables los avances en la Ley 20.422, que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social, y las modificaciones a la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (OGUC) que exigen rigurosamente que la nueva infraestructura y espacios públicos sean accesibles desde su diseño.

Tenemos proyectos urbanos y sociales ya accesibles y utilizables en toda su extensión, como la Plaza de la Constitución y el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). Aun así falta mucho por avanzar, y no sólo en infraestructura, sino también en señalética, servicios y entornos tecnológicos. Claro está que es necesario seguir desarrollando proyectos en materia de ciudad y lograr definir parámetros mínimos no sólo a nivel nacional, sino que también se deben replegar los buenos ejemplos internacionales.

Una excelente apuesta hicieron dos norteamericanos a contar de 2009 en Nueva York. Sara Hendren, actual diseñadora y profesora en Boston, en colaboración con Brian Glenney, Doctor en Filosofía, profesor universitario, skater y graffitero. Juntos iniciaron un proyecto de arte para generar debate sobre el símbolo internacional de accesibilidad universal.

Ambos cofundadores de Accessible Icon, están muy ligados a la investigación y políticas respecto de la discapacidad. Se conocieron implementando un proyecto para que personas ciegas sepan identificar el color a través del sonido y luego decidieron desarrollar este nuevo diseño de ícono de accesibilidad en conjunto con organizaciones de personas con discapacidad. Incorporar al usuario desde el inicio, en definitiva, siempre es una “buena práctica” que realmente se hace necesaria al diseñar cualquier plataforma, edificación, servicio o espacio que pretendamos tenga la aceptación y donde queremos que, firmemente, el usuario se involucre como actor principal.

Ambos cofundadores de Accessible Icon, están muy ligados a la investigación y políticas respecto de la discapacidad. Se conocieron implementando un proyecto para que personas ciegas sepan identificar el color a través del sonido y luego decidieron desarrollar este nuevo diseño de ícono de accesibilidad en conjunto con organizaciones de personas con discapacidad. Incorporar al usuario desde el inicio, en definitiva, siempre es una “buena práctica” que realmente se hace necesaria al diseñar cualquier plataforma, edificación, servicio o espacio que pretendamos tenga la aceptación y donde queremos que, firmemente, el usuario se involucre como actor principal.

Necesitamos como sociedad, y como entes sociales, comprender que las personas que tienen alguna discapacidad, sea temporal o permanente, tienen dificultades de desplazamiento, como adultos mayores, personas con sobrepeso importante, usuarios de bastones de apoyo o yesos, en fin, equivalen a alrededor del 35% de la población chilena y debemos considerar que todos, sin distinción, son y pueden ser personas activas y tienen los mismos derechos que todos los ciudadanos.

Frente a este derecho de todos de acceder y poder utilizar cualquier infraestructura, servicio o plataforma implementada en la ciudad de la manera más autónoma posible, como ejecutores de proyectos de cualquier índole, debemos diseñar para el 100% de la población, no sólo para el 65 por ciento más visible o activo. Es ahí donde radica la necesidad de “ser inclusivos”, en idear los proyectos pensando en todos y cada uno, e incorporando desde la ingeniería conceptual, la opinión del ciudadano final como parte de la metodología.

Sin duda, se pueden lograr ciudades más inclusivas, y desde ámbitos o rubros tan distintos como la tecnología o la señalética como hacen y expresan los diseñadores del proyecto “Accessible Icon” en Nueva York. Así como las personas con discapacidades de todo tipo, no sólo los usuarios de sillas de ruedas están trabajando arduamente para crear mayores derechos y oportunidades para la participación social, política y cultural, creemos que las ciudades deben evolucionar sus imágenes de la accesibilidad también.

Con estos conceptos, activo, movimiento y autonomía, es que trabajaron Hendren y Glenney para modificar el ícono de accesibilidad. El clásico ícono blanco-azul, en que está graficada la estructura de la silla de ruedas y el cuerpo humano como un elemento rígido, donde se sugiere que la persona no mueve su propia silla, más que reinterpretado, es reemplazado por un ícono ágil, en donde se entiende que la persona es quien acciona y maneja su silla, es más capaz, es activo, dando a entender toda la energía que utiliza una persona usuaria de una silla para superar las barreras que propone el entorno.

Básicamente, la idea del nuevo ícono de accesibilidad, fue humanizar más a la figura en la silla de ruedas, reorientar el foco visual del símbolo de la silla a la persona, reemplazando la representación rígida y estática por una más dinámica y activa. Y claramente esto habla de una persona autovalente, activa y capaz, conceptos radicales, sugerentes y provocadores para que diseñemos con criterio inclusivo.

El desafío es claro: debemos diseñar, construir, implementar y arquitecturizar en base a la inclusión. Y claro está que, afortunadamente, no será un tema de voluntades, sino de profesionalismo, ética, responsabilidad y conciencia social, más allá de lo que las ordenanzas o leyes nos puedan obligar.